La niña dicharachera

“En boca cerrada, no entran moscas”✨✨✨✨

En esta historia ella nunca tuvo la boca cerrada, eso no quiere decir que se le hayan metido moscas tampoco, pero la niña dicharachera sabía todos los dichos habidos y por haber. Parecía como si hubiera pasado por miles de vidas y su sabiduría la conservaba en frases.

Siempre tenía el refrán acertado para la ocasión.
O quizá de esa forma guardó la esencia de su abuela, porque convivió mucho con ella. Su confidente, aliada, quien la entendía y la consolaba contándole historias de cuando ella era apenas una chiquilla.
Su abuela le repitió varias veces que era una chica extraña, especial y única, porque desde siempre jugó y habló con las plantas que crecía en los patios de la casona. Incluso la chicuela afirmaba ver duendes y hadas.
Ella a quien tanto amó, y ahora la Tita ya no estaba allí acompañándola pero había sido su maestra en el camino de las sabias palabras. Era tal el atino que cada frase emitida era como un bálsamo para quien éste fuera dirigido.
Ella creía en lo más profundo de su corazón que de esa forma el saber de su abuela no se perdería y sus conocimientos y recuerdos seguirían intactos, además de aleccionar a quien se le pusiera enfrente.

Si desconfiaba de alguien, un test de dichos le aclaraba las dudas o se las confirmaba pues ella sabía “quien es perico, donde quiera es verde”.

Fin✨

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