Enferma de magia II.

II.

En mi tazón de porcelana, color durazno vierto algo de fruta y después cocino un huevo con albahaca fresca de mi jardinera.

Después del desayuno me visto, me maquillo con un poco de rubor y sombra marrón en las cejas, equipada salgo a la aventura. Esto es todos los días, excepto los fines de semana que hiberno más que un oso dormilón, no me siento culpable porque trabajo demasiado.

La tos apareció sin avisar pero vino acompañada de unos brillos inusuales, cada que emitía de mi ronco pecho ese sonido grave el cof, cof brotaba de mi garganta un exceso de brillantina que no me dejaba hablar.

Al sonarme lo mismo sucedía, la sustancia pegajosa estaba mezclada con destellos color de rosa que hacían irradiar todos mis pañuelos, no podía pasar por desapercibida.

¿Será que me estaba muriendo de magia? ¿Qué significado tiene, poseía algún súper poder, qué eran esos polvos chispeantes?

Mi cara tenía un aspecto vívido, no parecía que fuera a morirme de hecho mis mejillas tenían un tono rosado, me veía más sana que nunca, era luminosa y radiante. Pero tenía miedo y no sabía que hacer, había algún antídoto.

Quería dejar de ser mágica, en caso de que realmente lo fuera.

Recordé cada cosa del día anterior, no había ningún brebaje, fórmula que yo hubiera ingerido, entonces ¿qué me estaba pasando?

Desesperada por la incertidumbre me senté y empecé a llorar y nuevamente la materia centelleante empezó a cubrir mi rostro, cayendo por mis mejillas, hasta llegar al suelo y cubrirlo, esos malditos espejuelos empezaban a molestarme.

Cerré los ojos y sentí las palpitaciones aceleradas de mi corazón, decidí no entrar en pánico y aislada en mi habitación empecé a resolver el acertijo.

Me dispuse a hacer una serie de pruebas, necesitaba saber si se trataba de una enfermedad, me había vuelto tóxica, aquello era contagioso, o si se trataba de un hechizo mágico.

GLITTER PILLS

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