Mientras disfrutaba de los rayos del sol que resbalan entre mis piernas, oliendo el bronceador, entre aceite y coco. Cerré los ojos y caí en un estado de sueño despierto, mi mente viajó y de pronto cambié de geografía, me sentí estar rodeada de grandes pinos y árboles de otras especies.
Pasé a ser una hada y Lalo un duende, imaginé a Damiana dentro de mi vientre envuelto por un capullo dorado y me fui a la aventura en mi imaginación.
Los dos vivíamos en ese lugar y mientras yo lo veía y me sentía como una verdadera hada, mis alas revoloteaban rápidamente y mi figura ligera flotaba entre las flores y el cielo.
Volteé a ver mi vientre y un pequeño bulto se asomaba. Observé mi alrededor y vi a Lalo perfectamente como un elfo.
Nuestra casa era una mezcla de estas dos especies, un pequeño hogar con la fachada hecha de hojas verdes, paja y vibrantes colores, el brillo y ese toque de las hadas. Flores por todos lados y tallos que salían por las paredes y techos.
De pronto una bebé dormía sobre un pistilo de una linda flor amarilla, el vientre había desaparecido, Claressa había llegado a casa.
La duda de los padre era, ¿si sería una hada o un duende, una mezcla quizá?
Llegó ese momento de conocerla y resultó ser una linda hada/duende. Su cuerpo pequeño era la figura de un hada pero con rasgos y talentos de duende, sus pequeñas alas salieron y su madre la enseño a moverse con destreza, incluso era una hada muy veloz.
Su padre le habló los valores de ser un duende y ahora ella uniría a dos comunidades distintas, nunca antes había pasado algo como tal.
Nuevos tiempos eran lo que iniciaba y las alianzas entre las diferentes ordenes se reunieron a celebrar, la vida y el amor.
De pronto sentí como estando en la terraza el calor del Sol me había hecho sudar y sentí como Claressa saltaba y bailaba en mi vientre. Jaló, movió y le habló a Damiana, le dijo que ya la esperaba en el mundo exterior, qué estaba lista para ser su amiga y compañera de viaje, este ser que había nacido en la imaginación de pronto lo sentí en mi interior y le mandaba mensajes a mi hija.
Abrí los ojos un poco confundida y con una sonrisa dibujada, mi barriga seguía en movimiento y sólo pensé en la bella idea de que amigos de otras dimensiones esperaban ansiosos para convivir con la bella Damiana.
Un cuento que en su momento será relatado a la pequeña, quizá Claressa y ella tengan un mundo lleno de hazañas.
(foto de internet)